lunes, 19 de abril de 2010

Internet no es seguro

Protege a tus hijos de Internet
El número de usuarios de Internet crece de forma sostenida, y lo mismo ocurre con los ordenadores instalados en los domicilios privados. Esa familiaridad hace que la mayoría de los usuarios tenga la sensación de que ambos son suficientemente seguros. Es una terrible paradoja. En casas por demás seguras, con alarmas en los puntos de entrada, puertas de seguridad con armazón de acero, y portales protegidos por porteros físicos, hay olvidada una ventana abierta al peligro. Por desgracia, gran parte de los internautas aún no está convencido de que un ordenador conectado a Internet es tan peligroso como dejar la puerta abierta y, en consecuencia, no toman medidas. Por otro lado, hay un sector de la población que sí conoce dichos riesgos, pero que en lugar de tomar precauciones, se resigna con una oscura conformidad: "Es que no se puede hacer nada", "siempre va a haber delincuentes", "encima las tecnologías son terriblemente complicadas"... Pretextos suficientes para cruzarse de brazos y dejar que las cosas ocurran.
Internet no es más que un reflejo de la sociedad, brutal, revuelta y oscura, llena de lo mejor y lo peor. Un nido de cultura, espectáculo, relaciones y entretenimiento, a la par que origen de un buen número de muertes. Sí, muertes, tal y como lo lee.
Protege a tus hijos de Internet
Hoy en día, el acosador, el pederasta y el asesino lo tienen mucho más fácil. Han abandonado la sordidez de los callejones por la intimidad del salón de casa. Pueden acechar a los objetivos con las zapatillas de estar puestas, mientras se toman una cerveza. Ahora encuentran a las víctimas a través de Internet, y éstas a menudo ni siquiera se percatan del peligro y corren aturdidas a sus brazos.
No es broma. No es prensa amarilla. Simplemente es el caso de Peter Chapman, un delincuente sexual convertido en brutal asesino que ha conmocionado a la opinión pública británica. Utilizó diversas redes sociales para contactar con mujeres jóvenes, preferentemente menores de edad y con dificultades de sociabilidad. Una vez que recolectó un amplio muestrario de favoritas, decidió cortejar a Ashleigh Hall, una adolescente de 17 años, a través de la red social Facebook. La convenció de que él era también un tímido joven de 17 años. A finales de octubre 2009 se citó con ella en un lugar apartado, la secuestró, la torturó salvajemente, y la asesinó.
Esa falsa sensación de que los sucesos horribles siempre les ocurren a otros, convierte a los internautas poco menos que en carne de cañón, en las perfectas víctimas propiciatorias. Navegar sin tomar precauciones es simplemente un suicidio.

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